Como cada noche, me
dormí pensando en ella; en su cara, en su boca, en su mirada siempre profunda,
en su cuello; en ella toda.
Y, como cada noche,
soñé con ella y en ella. Intensamente.
Cuando desperté,
estaba aún dormida a mi lado.
Intenté levantarme
sin hacer ruido pero, como siempre, choqué contra la mesita y tiré la
lamparilla otra vez.
Cuando acabé de
recolocar todo y encendí la luz, la cama estaba vacía; también como siempre.
Fué cuando recordé que
hacía años que mi vista estaba muy mal, y que sólo mantenía su maravilloso
espíritu en mi mente.JL Llorente
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