jueves, 7 de marzo de 2013

Cuento 11: Sobre la levedad de la relaciones perdidas

¡Qué fácilmente se elevan y desaparecen entre las nubes!

No importa si el día tiene cumulonimbos borrascosos y oscuros, o cirroestratos limpios, blancos, estirados y hermosos allá en lo más alto del cielo. Pero las relaciones perdidas se elevan con rapidez y facilidad, sea cual sea el tiempo. Algunas, más rápido, casi a la velocidad de escape de la atmósfera; impulsivas y agresivas como un cohete. Otras, más despacio, como un globo aerostático, lento, y elegante, pero también constante en su ascensión.  Pero todas suben, se elevan y se pierden en las nubes. Y, en algún momento, dejamos de verlas.

Las vemos alejarse y sentimos su ausencia. Y, a veces, aún nos recuerdan, y nos mandan un saludo en forma de lluvia. Es su manera de despedirse, y que genera, a su vez, en nosotros, lágrimas, que es otra forma de agua, pero también esa sensación de desamparo que sufrimos todos cuando nos llueve y no tenemos abrigo.

Nos llama mucho la atención su capacidad de huir. Su habilidad para izar las anclas que supusimos que las mantenían a nuestro lado, o para zafarse de los nudos que les atoaban a nuestras vidas.

Esas relaciones perdidas y tan habilidosas en escurrirse de golpe y ascender fuera de nuestro alcance, son, casi siempre, las que más sentimos y las que más sufrimos. Y las que más hieren cuando las vemos alejarse.

Y, ¿qué podemos hacer cuando ya las has hemos perdido de vista entre las nubes? Pocas cosas: recordarlas, olvidarlas, o comprar un telescopio por si alguna vez vuelven a la tierra y podemos ver donde van a aterrizar.

E intentar restaurar esas relaciones sólo si el aterrizaje tiene éxito. Pero eso casi nunca pasa.

JL Llorente

1 comentario:

  1. Quizá la materia de olvidar la frustración de una lluvia torrencial dentro del corazón y levar un paraguas emocional para que la herida no resulte excesivamente lacerante.
    Puede que sea interesante ascender con un globo y controlar la superficie desde la lejanía sin llegar a aterrizar, ya que esto en su medida resultaría catastrófico al no poder volver a elevarse.
    Lo siguiente puede llegar a ser una unión de algo perdido que resulta engañoso a la par que doloroso ya que nadie puede responder a la naturaleza de otras personas y sí a la de nosotros mismos, no creo que nadie se puede poner en nuestra piel y empatizar mejor con nosotros que nosotros mismos.
    Puede que nadie llegase a escribir tan correctamente sobre la naturaleza del amor como alguien que lo perdió y nadie lo escribió como quien tanto pudo sufrir.
    Una consecuencia emocional de tal acto es la huida y el deslizarse como el líquido entre las manos, y como ese líquido se debe desaparecer sin girar la vista hacia atrás, siendo esto un gran descanso.
    Al final todo lo contrario a ello es como si nos golpeara una fuerza infinita y corrosiva, el dolor es latente, el cual se mete entre los huesos y no se puede controlar ya que se extiende en el interior como un río de lava quemando y sin poder aislarlo en un lugar concreto de nuestro ser.
    Este sentido tiene un dolor que no es físico.


    victor

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