La empatía suele definirse como la capacidad de percibir lo
que otra persona puede estar sintiendo en un momento dado. Y normalmente se
asocia a un sentido positivo. Te pones en el lugar del otro, sientes lo que él
siente, y reaccionas como él haría, o al menos, comprendes los motivos para sus
acciones y decisiones.
Pero una persona fuertemente empática también puede usar ese
sentido para hacer daño. Porque, después de sentir y entender los sentimientos
de quién está a su lado, sabe perfectamente como manipularlos y utilizarlos.
Los grandes empáticos han sido las mejores y las peores
personas de la historia: santos o dictadores; asesinos o héroes. No pongo
ejemplos porque todos los conocéis. Pero nunca han pertenecido al término
medio. Siempre han estado en uno de los extremos del comportamiento humano.
Ayer me molestó mucho un comentario de un buen amigo, del
que se arrepintió inmediatamente. Intentó disculparse, pero yo ya no estaba
dispuesto a perdonarle. Percibí claramente como se sentía. Y también entendí
que era lo que más le iba a doler. Y actué en consecuencia y le machaqué sin
misericordia.
La empatía no es sólo un sentido, es también un poder, y
puede ejercerse.
JL Llorente
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