Nunca vi naves en llamas más allá de Orión. Ni siquiera viajé
a otro mundo, salvo en mi imaginación.
Nunca volveré a ser el mismo que fui, porque mi tiempo se
acaba. Y como se acaba cada vez más rápido,
ya no hay ninguna vuelta a atrás. Hubo un tiempo en que imaginé presenciar una
batalla en Orión o más allá, y estar presente. Hubo un tiempo en que quería ser
mejor de lo que soy, pero nunca lo conseguí. Pero conmigo, mis imágines y mis
ilusiones, y también mis conocimientos, se perderán en el tiempo como lágrimas
en la lluvia.
Ahora, con un plazo ya fijado para mi muerte, me doy cuenta,
de cuantas oportunidades he perdido en mi vida. No tanto de las alternativas,
porque siempre elegí, creo, los caminos, al menos los importantes, más
adecuados. Más bien me refiero a las opciones a largo plazo, que desdeñé desde
el principio, pero elegir es también un modo de disfrutar de tus decisiones. Carpe
diem.
Nunca veré naves en llamas más allá de Orión. Pero me
hubiese gustado mucho estar allí para verlas.
Quizás en mi siguiente vida.
JL Lorente
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