viernes, 15 de marzo de 2013

Cuento 15: Amor desahuciado


Todo empezó por un pequeño incumplimiento de contrato.

Una mañana acudí a mi banco de cariño y solicité un poco más de atención, e implícitamente, de ternura. Eso les sentó mal. Entonces me mostraron los términos y condiciones del acuerdo que tenía firmado con el banco. Lo que me iban a aportar periódicamente, y lo que yo debía devolver en cómodos y simples, pero bien definidos plazos.

Les expliqué que tenía una carencia de amor puntual y les rogué de nuevo una ampliación del crédito, fuese en forma de ternura, amistad o simplemente cariño, pero fue en vano. Me dijeron que yo no tenía solvencia emocional suficiente, lo cual, por otra parte, era cierto.

Unos días después no fui capaz de hacer frente a uno de los pagos, más que nada por la frialdad con la que había sido tratado y que había disminuido mi ánimo. Para disculparme por el impago escribí una carta al banco, pidiendo el aplazamiento de la cuota, reiterando mi compromiso como cliente desde hacía muchos años, y asegurándole que, con el nuevo préstamo que les había solicitado, volvería a ser solvente emocionalmente y a devolver el cariño prestado, fuese cual fuese el interés que me fijasen.

La respuesta del banco me llegó también por correo, pero certificado, para asegurar que lo recibía. Me comunicaban que no había ninguna opción de crédito. Además había sido incluido en la lista de clientes dudosos y se iniciaban los procedimientos jurídicos correspondientes.

Hoy por la mañana estoy sentado en mi casa, esperando a que llegue el juez a extirpar mi corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario