¿Cuantas veces te he dicho que te quiero? ¿Cuántas veces no
has querido escuchar mis palabras? Ya sé que es mejor ser muy sorda y algo
muda, que afrontar la realidad de una relación compleja, titubeante y, hasta
cierto punto, anómala. Una relación extraña, indecisa, turgente y a la vez decaída,
según las estaciones. Una actitud vívida, y a la vez, muerta . Una expresión sólida
y frígida, al mismo tiempo. Una pulsión fogosa y penosa, o clara y lucida. Y siempre
imprecisa.
¿Cuantas veces te he dicho que te quiero? No importan las
veces que te lo haya dicho. Sólo importan las veces que me hayas escuchado. Y serán
muy pocas, ya lo sé, por que estás siempre tan ocupada que no te da tiempo para
sentir el cariño de la gente que te rodeamos. ¡Qué es mucha! Por muchas voces que
te digamos lo mucho que te queremos sigues siendo sorda. Y eso no lo podemos
evitar ninguno de nosotros.
¿Cuántas veces te he dicho que te quiero? A menudo me
pregunto por qué me repito. Yo no tengo respuesta. Simplemente soy así de simple.
Yo soy un plano bidimensional y tu una cónica maravillosa. Por eso me he
enamorado de ti.
Debe ser una cuestión de geometría
JL Llorente
(hola JL, aquí a la escucha un respondedor, espero que con buenas o al menos no mediocres respuestas. Esto parece que va de geometría ¿no?. Me mola. Allá va...)
ResponderEliminarA veces pasamos por el punto de singularidad del hiperboloide de la vida, y entonces hay personas que creen que es el fin del mundo y ponen en duda el pasado y el futuro. Los que somos fuertes sabemos que no es así.
Pero es que el amor, no se expende como las píldoras. No se entrega en intervalos discontinuos ni discretos. El amor, en realidad, no es necesario demostrarlo, es un axioma en el que se basa nuestra vida. Y cuando es Real, es continuo.
No hace falta que digas cuánto quieres, ni lo demuestres con fórmulas lógicas ni pruebas ni evidencias. No digas 'te quiero' ¿para qué?
Hay un teorema que dice: Cuando el amor está entonces es.
Se deduce que en vez de decir 'te quiero' es mejor cambiar la palabra por un simple pensamiento, y pensar 'te quiero'. Y a continuación pensar 'siempre te he querido'. Y luego pensar 'siempre te querré'. Y por último actuar con amor sin decirlo. Y los actos transmitirán nuestro amor sin necesidad de decir nada. Y en esa transmisión abstracta es donde reside la ciencia del amor.
Haciéndolo así podremos ver esas bellas y complejas espirales logarítmicas que se expanden de forma maravillosa a lo largo de las superficies cónicas.
Son infinitas e impredecibles pero son la belleza que nos da la energía para poder volver reiniciar el proceso de nuevo.
Y el punto de singularidad, es solo un punto. El resto es todo superficie.