domingo, 19 de mayo de 2013

El fin del feudalismo

FEUDO: Futuro, Energía, Unidad, Dinamismo y Objetivo

Cuando Jorge miró la placa de la empresa a la entrada del edificio sonrió. Tenía la suficiente confianza en sí mismo para estar seguro de que iba a conseguir el trabajo. Y que iba a ser el trabajo de su vida. Porque iba a trabajar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Y, aún más, era la persona adecuada para ese puesto. No sólo lo sabía, si no que además lo sentía.

La entrevista salió bien, como esperaba, y la oferta económica fue razonable, por lo que Jorge la aceptó ya sin dudar.

Quedó en volver al día siguiente a firmar el contrato y así lo hizo. Y los siguientes meses fueron intensos: las semanas iniciales de formación corporativa; algunas asignaciones en distintos países; un par de proyectos duros de los de no dormir apenas; y finalmente, la promoción a la alta dirección, que por supuesto, implicaba nuevos cursos, asignaciones y proyectos cada vez más complejos. Pero esa promoción ya aseguraba que Jorge había conseguido su primer objetivo.

Un año después de su entrada en FEUDO, Jorge alcanzó el puesto de Director General de su país. Y poco después el rango de Vicepresidente de la corporación multinacional, con lo que empezó a tener acceso a algunos datos reservados.

Jorge aún tardó tres años más en alcanzar el puesto de Director General Mundial (WWGM en inglés) del Sector de Armamento. En ese momento ya pudo consultar todos los datos confidenciales de la corporación que buscaba.

Entonces convocó un congreso en un pequeño hotel de Perth. Y me refiero al de Escocia, no al Perth de Australia. La lista de invitados era personalizada e incluía miembros de distintos departamentos, desde investigación básica hasta la fuerza de ventas, y por supuesto, de distintos países.

Además, Jorge había aprobado, por adelantado, todos los costes de estancia y desplazamiento a costa de su propio departamento, con lo cual todos los convocados aceptaron la invitación.

Perth, antigua capital de Escocia y también llamada "la ciudad hermosa", ahora es poco más que un pueblo grande algo ahogado por la cercanía a Edimburgo. Jorge escogió el hotel Huntingtower en las afueras de Perth, un sitio discreto y retirado.

El primer día de trabajo empezó con un desayuno en el que los distintos invitados se fueron conociendo entre sí. Y luego se pasó a la primera conferencia que duró hasta el mediodía. A esa hora todos los invitados, incluyendo los que habían tenido retraso en sus vuelos, ya habían conseguido llegar..

El comedor estaba a rebosar cuando Jorge sacó su teléfono y tecleó el código de activación de la bomba.

Lo último que pensó fué en la pena que sentía por los empleados del pequeño hotel. Pero eran víctimas colaterales. Como lo había sido su hija cuando FEUDO había experimentado en medicina sin éxito.

(La idea sobre el nombre de la empresa FEUDO proviene del libro "Nosotros, los ahogados" de Carster Jensen)

JL Llorente

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