Es absolutamente injusto que hayan personas felices porque toda
su vida haya sido apasionante, intensa, interesante, amena, y hasta divertida,
cuando la mayor parte de la humanidad no tiene esa suerte. Es absolutamente
injusto que esas personas tan felices hayan recibido, además, amor y amistad
durante toda su vida, y además compañerismo de los amigos más lejanos, y simpatía
de los que no pueden considerarse apenas amigos.
Eso no es normal. Y no debiera estar permitido. Y debiera
haber una ley que regulara el grado de felicidad que cada uno puede recibir. Y
repartirlo de algún modo. Con sonrisas periódicas a desconocidos. Con besos
esporádicos. O con la campaña de abrazosgratis.com, que me parece genial. Debería
ser obligatorio repartir felicidad a través de sonrisas, abrazos o besos.
Pero nuestro mundo es justo al contrario. La mayor parte de la gente distribuye el odio, el enfado, la calumnia, el mal entendimiento, la envidia, la
desconfianza. Y todos atesoramos las pocas sonrisas que nos llegan para disfrutarlas
nosotros solos y muy en privado.
Tengo que reconocer que soy un acaparador de buenas
sensaciones, y también que soy tan tonto que no trafico con las malas. Acaparo
amor, amistad, besos y abrazos con la pasión de un coleccionista de sellos, que
siempre tiene un nuevo álbum que abrir. Y trato de evitar usar odios o enfados
para lograr ventajas, aunque sean muy rentables.
Por ello, soy demasiado feliz. Y ya puedo decir que
insoportablemente feliz. Con lo cual estoy pensando en como acabar con esta
insufrible situación que no me deja seguir viviendo mi apasionante existencia, y que, además, la considero injusta, como decía al principio.
JL Llorente
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