lunes, 20 de mayo de 2013

Rezamos demasiado poco


Por eso tenemos tanta ansiedad. Lo oí el otro día en la televisión.

No es que la ansiedad me la provoque el riesgo de perder mi puesto de trabajo, ni mi hipoteca, ni la evolución de los estudios de mis hijos, o las normales oscilaciones de las relaciones con mi pareja, ni los otros problemas físicos o económicos con los que tengo que lidiar periódicamente.

No. La ansiedad me la produce el rezar poco. Y estoy seguro de que es así, porque lo oí en la televisión. Y lo que sale en televisión es una verdad absoluta, como todo el mundo sabe.

Pero mi problema está en que por rezar tan poco, o para ser más exactos, no hacerlo desde hace tanto tiempo, cada vez me cuesta más. Cierto es que hace mucho que no lo intento, más que nada porque no me he preocupado de ese tema durante la mayor parte de mi vida. Y eso, creo, que se llama ser agnóstico, que en griego significa, mutatis mutandis (ya sé que esto es latín y no griego, pero mi griego es más escaso aún que mi latín), que te la suda todo ese rollo.

Pero no por ello dejo de estar preocupado. En la televisión han dicho que no rezar te produce ansiedad, y yo no quiero sufrirla. No quiero estar angustiado y tener el riesgo de tener un infarto. No quiero provocar más gastos a la Seguridad Social, sea por medicación, tratamientos o baja por enfermedad, que no estamos para estos lujos, con la que está cayendo.

Por ello, he intentado volver a rezar. Pero ya no me acuerdo de cómo se hacía. Y he pensado en pedirle consejo a una antigua amiga que reza bastante.

El problema es que, desde que ella y yo nos enfadamos, verla me crea ansiedad. Una ansiedad intensa, que llega casi a la angustia y me pone en riesgo de un infarto. Y eso serían costes adicionales para la Seguridad Social. Así que no puedo usar esa opción.

De todos modos nunca supe por qué rezaba tanto. ¿Sería porque sentía ansiedad?

JL Llorente

No hay comentarios:

Publicar un comentario