lunes, 13 de mayo de 2013

La rana y el escorpión


La primera vez que vi a Blanca no me cayó muy bien. Quizás tenía demasiado carácter. Pero, poco después, fui descubriendo en ella una personalidad con muchos matices, todos ellos interesantes, aunque no por ello todos me gustasen.

Después me di cuenta de que cada vez que veía sus ojos de azul profundo me sentía como si estuviera navegando por una hermosa cala mediterránea. Y cuando miraba su pelo rubio y ondulado me sentía como si estuviera tendido sobre una duna de playa y abrazado por el calor del sol. A veces incluso me ilusionaba con que estaba siendo abrazado por ella, pero sólo por un momento, y eso era un desvío de mi imaginación.

Con los años fui descubriendo más aspectos de su personalidad, y todos eran sorprendentes. Y todos elevaban mi consideración por ella. No voy a entrar en detalles por simple respeto y pudor sobre la intimidad de las personas.

De todos modos, lo que más me impresionó de Blanca fue su bondad. O su supuesta bondad, porque esto ya parece un panegírico. Porque, sobre todo, ella era una persona de contrastes. A veces agria y a veces dulce; a veces generosa y a veces todo lo contrario, por no poner otro adjetivo que suene más desagradable. Y cuando vuelvo a su bondad, el contraste era aún más acusado.

Puedo decir y atestiguar ante un juez que nunca la he visto hacer daño a nadie, salvo una vez. Al contrario, la he visto hacer muchas cosas buenas y ayudar a mucha gente. El problema es que la única vez que la he visto hacer daño a alguien, la victima fui yo.

Y no fue tanto el daño que me hizo, que fue mucho, si no lo inesperado del daño. O quizás lo despiadado que fue. Quizás utilizar el término saña no sería del todo inadecuado.

Cuando logré recuperarme, muchos años después, comprendí que no había sido voluntario el daño que había hecho. Era una cuestión de naturaleza, y Blanca seguía siendo tan buena o tan mala como había sido siempre.

Y ni siquiera tuvo que ahogarse. Ni yo tampoco, aunque me faltó poco. Pero eso también va en mi naturaleza de rana.

JL Llorente

No hay comentarios:

Publicar un comentario